• 06 MAY DE 2024

«Virus» trajo a la vida a Federico Moura en un «viaje de placer» en Teatro Coliseo

virus en chile |

"Prolongaré mi sonido azul. Por los parlantes te iré a buscar".

Han pasado 35 años desde que “Virus” se presentó en Chile con Federico Moura de pie frente al micrófono. La noche del 22 de julio del 2023 pudimos ser testigos de lo que es su reencarnación actual, en donde se pudieron palpar una vez más las emociones que alguna vez brotaron al escuchar a la banda platense más querida del New Wave trasandino. 

El público del Coliseo se mantuvo de pie durante el show, saltando, bailando y “adorando la vitalidad” de un nuevo “Virus” liderado hoy por Marcelo Moura

Sintetizador, batería, guitarra, teclado y bajo. El espíritu de Federico Moura sin duda posee a estos instrumentos en pleno 2023, a más de 30 años de su partida. Con el sonido electrizante de Virus sonando en el Teatro Coliseo pareciera que se hace «espiritismo musical» al interior.


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Entre los primeros acordes del oscuro ritmo de «Sin Disfraz», la banda oriunda de La Plata se dejó ver entre los rayos de luz que pintan el «Coliseo» de un fantasmagórico tono azul. Las notas apenas alcanzaron los oídos de los asistentes cuando se escuchó el grito estruendoso de un público eufórico. Estruendo que marcaría el inicio de un concierto construído solo con éxitos y con claros tintes de homenaje a quien fuera su líder y vocalista.

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Hermanos Moura

«Sin disfraz», «Tomo lo que encuentro», «Qué hago en Manila» fueron los primeros himnos de apertura, prometiendo y anticipando un concierto repleto de las canciones más escuchadas que alguna vez sonaron en los clubes, pubs y discoteques de una Latinoamérica que ya no existe.

El sonido de las voces de Marcelo y Julio Moura son de una familiar similitud con la de su hermano. En ocasiones sus armonías dejan pasar uno que otro suspiro melancólico por el pecho de quienes disfrutaron de un exquisito repertorio del New Wave ochentero durante una hora y treinta minutos.

[caption id="attachment_126637" align="aligncenter" width="519"] Julio y Marcelo Moura[/caption]

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La locura de Federico Moura

Ya pasando la mitad del show, cuando el olor de los cigarrillos y otros humos impregnaban las tablas del teatro, se hizo presente sobre el escenario la figura delgada y elegante de Federico, proyectada en la pantalla gigante detrás de los artistas.

Treinta y cinco años después de su muerte, el Coliseo lo vio volver, virtualmente, y así, la voz de Moura nuevamente se pudo escuchar a través de los parlantes en Chile como se escuchó por última vez en el año 88’, cuando en una despedida de sus fans, vino a Sábado Gigante a presentarse frente a las familias chilenas “como un espíritu que parte, apenas balanceado, como una flama que zigzaguea antes de apagarse” tal como lo recordó Pedro Lemebel en una de sus crónicas. 

«Dicha Feliz», del disco «Locura», interpretada digitalmente por el otrora líder de la banda suena impecable en medio de un primer plano de su rostro en blanco y negro, mirando hacia la audiencia que no puede más que entregarse al coro de la canción levantando encendedores y celulares en medio de una oscuridad que facilitó un ambiente curiosamente romántico entre los más antiguos seguidores de la banda.

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Rock latino latente

Los hermanos Marcelo y Julio Moura provocan saltos y gritos en el público, tal como en un recital de música más pesada, más rockera, llegando a incitar con sus cuerdas y platillos instantes de tensión entre los asistentes que se encontraron con una increíble heterogeneidad en el público, chocando así los más abrazados y románticos contra los jóvenes entusiastas, listos para gritar y agitarse, amantes de estos sonidos eléctricos y ambiguos que no solo han abierto el paso, sino que además han sido la confesa inspiración e influencia musical de bandas de grueso calibre como, por ejemplo, Soda Stereo.

La mayor parte de su repertorio esa noche fue arrancado de los vinilos del disco “Locura”, del año 1985, el cual es estandarte de la agrupación y probablemente, el más escuchado.

Resulta innegable que aquel disco nos logra regalar un éxtasis compositivo inmaculado, bombardeándonos desde su lanzamiento con un gran caudal de insinuaciones, erotismo e incertidumbre, casi melodramática que desarticula cualquier moralina previa o posterior, dándonos a entender que el frenesí de la vida se debería parecer a su homólogo del sexo y el amor en general. 

El viaje de virus a nuestro país sin dudas dejó abiertos los corazones de quienes estuvieron presentes en una presentación rebalsada de emociones y recuerdos sacados a flote con el sonido de la banda que rompió los estereotipos del rock argentino en una época de falsa moralidad y crisis latinoamericana.

Hoy, treinta y cinco años después, la batería ensordecedora de Mario Serra, sigue percutando el pecho de los amantes de una música con historia, con alma. Este show fue muestra de que cuando el pentagrama está poseído por el espíritu de un ícono, las canciones e himnos sobreviven en los corazones de sus fanáticos a pesar del paso de los años.