¿Cómo regulo la relación de mis hijo/as con la tecnología si vivo con mi pareja y a este no le preocupa el tema?

Como sabemos, a pesar del incremento en las separaciones en Chile y, por tanto, el número de hogares monoparentales, principalmente con jefa de hogar mujer; las familias biparentales siguen siendo la mayoría de las formas en las cuales vivimos, cifra cercana al 50% (Ministerio de Desarrollo Social 2020). Esto no quiere decir en absoluto que esta configuración familiar sea la ideal o que no existan conflictos en este tipo de familia.

Es más, no existe un tipo de familia ideal. Hoy cohabitan variedades de configuraciones familiares (por ejemplo: familias ensambladas (los “tuyos, los míos y los nuestros”, familias Inter especies (con mascotas siempre presentes y altamente significativas), familias homoparentales y lesbomaternales, entre otras) (Abad, et al., 2013). Ninguna de ellas asegura un relacionamiento mejor ni conductas desadaptativas de sus miembros, todo depende del relacionamiento que se de en ellas, basado en el respeto, la confianza y los límites.

Desde este lugar, es altamente probable que, si vive con su pareja y éste/a no está de acuerdo con su preocupación en el acompañamiento en el uso de pantallas de sus hijo/as, probablemente también existan desacuerdos en otros ámbitos de la crianza. De esta manera, la o lo invito a poner sobre la mesa aquellos temas pendientes, ya que sabemos que, si la coparentalidad no se ejerce desde una sólo una voz, no tendrá los mismos efectos si estas narrativas son discrepantes.

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Tampoco sienta que el vivir con su pareja implica pensar lo mismo, sino que, al revés, implica un permanente ponerse de acuerdo en relación al ejercicio de la parentalidad, ya que nuestros hijo/as van creciendo, los contextos son distintos y las complejidades son muy diferentes. Si usted está leyendo esta columna y tiene más de 40 años, debe recordar cuando no había celular y uno quedaba en el colegio de reunirse con alguien en algún lugar y uno esperaba... esperaba y a veces no llegaba la persona nunca. Recién al día siguiente sabíamos qué le pasó. Entonces la inmediatez de la respuesta actual no era un problema.

Así, ojalá si presenta la dificultad descrita, aproveche la oportunidad de poner reglas no sólo en el tema de los tiempos y contenidos multimediales a los cuales acceden sus hijo/as, sino que conversen acerca de otras temáticas contingentes con la crianza. Luego, recordar que somos los adultos un ejemplo para nuestro/as hijo/as, entonces es importante mirar ambos nuestra propia relación con la tecnología, sabiendo que debemos utilizarla a favor y no en contra de nuestra vida familiar. Esto último pasa por excluir el celular de los momentos de comidas (desayunos, almuerzos, cenas), hasta en conversaciones profundas o realizar actividades familiares sin pantallas (como ir a la plaza si nuestro hijo/a es pequeño o subir un cerro, si es más grande); por supuesto cuidar la higiene del sueño de todas y todos los miembros de la familia. Entonces, apagar nuestros propios celulares al menos una hora antes de intentar conciliar el sueño y/o apagar la televisión. No olvidar que debemos predicar con el ejemplo o en la adolescencia (o antes) nos van a mostrar esta contradicción.

Si está leyendo esto y es mujer, no se sienta sola, ya que lamentablemente las mujeres somos las que más regulamos las pantallas y en general la crianza (Moreno-Carmona, et al., 2021), entonces debemos trabajar por erradicar esas conductas en nuestro mundo familiar, que aún dan cuenta de la inequidad de género.