El animador estuvo invitado en la conversación de "Buenas Noches a Todos" junto a Eduardo Fuentes donde reveló el síndrome que sufre
José Miguel Viñuela fue el nuevo invitado al programa de conversación de TVN, "Buenas Noches a Todos", conducido por Eduardo Fuentes en donde comentó un complejo síndrome que sufre, y que no fue diagnosticado hasta que vivió duros momentos en el "Mucho Gusto".
José Miguel Viñuela Infante, de a poco se fue soltando y comentó el mal que lo aqueja, y que en su momento lo dejó en jaque mientras estaba al aire en el matinal de Mega.
Dentro de lo que contó el hombre nacido en Santiago, un 26 de noviembre de 1974, todos los problemas comenzaron tras el estallido social, el que hizo que sus emociones se remecieran, tal como lo hizo Chile.
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Dentro de la conversación con el ex "Mentiras Verdaderas", Viñuela contó que tras este proceso histórico, comenzó a terner cada vez menos protagonismo dentro de "Mucho Gusto", terminando a espacios reducidos, lo que le trajo cuadros de ansiedad.
“Me pasó un día haciendo una mención para un programa. Tenía que leer la pantalla, y con toda la frase ahí, no fui capaz de leerla. Me quedé en blanco”, comenzó contando José Miguel.
Esa misma senda agregó: “Me vino una angustia muy grande. Se me secó la boca, se me aceleró el corazón. Y pensé: ‘Debo tener algo en la cabeza'”.
Fue por esto mismo que pidió hora al doctor, pues estaba preocupado con todo lo que estaba pasando. “Me hizo una prueba de como 50 preguntas y me dijo: ‘Lo que tú tienes es síndrome de ansiedad generalizado. Y esto se detecta por esto, y esto'”.
Dentro de lo explicado por el ahora rostro de TV+, “a las respuestas que le di en ese minuto, y se combinaba mucho con las crisis de pánico”, puntualizó.
“Empecé a tomar ansiolíticos, y después de un año los dejé por mi propia cuenta. No quería depender de fármacos ni nada, y después me di cuenta de que los necesitaba”, aseguró.
Fue así como tras un buen tiempo teniendo que tomarlos, quiso volver a dejarlos para intentar una vida sin medicamentos, pero fue por orden médica que no podía dejar de estar con las píldoras.
“Duré como tres años y volví a tratar de dejarlos. Al final un día fui al doctor y me dijo: ‘Hay personas que pueden y otras que no. A lo mejor, lo tuyo es mucho más orgánico y probablemente los tengas que tomar de por vida'”, finalizó.
