Han escuchado esa típica frase que dice: "¿quién será el guionista de mi vida?". Bueno, en este momento me pregunto exactamente lo mismo. Siempre he sido una fiel creyente de que las casualidades no existen, pero definitivamente a mí me están pasando unas muy extrañas.
Después de un jueves con un par de decepciones, decidí que este fin de semana era momento de tomar otro aire, así que hice mi maleta y me fui a Buenos Aires a visitar a una amiga. Pasamos un fin de semana increíble, cenamos en un lugar precioso, conversamos de mil y una cosas, salimos a bailar y terminamos el viaje tomando un desayuno de sueños, al puro estilo argentino. Iba todo perfecto.
En el Uber camino a Aeroparque, me di cuenta que fue un fin de semana de desconexión, de esos que necesitamos de vez en cuando, además como les he contado en otras oportunidades, disfruto mucho de la libertad que me entrega ser una desconocida para otras personas. Como siempre llegué al aeropuerto con unas horas de anticipación, así que hice el típico paseo en duty free para comprar alfajores, un par de llamadas, unas fotos con chilenos y abordé el avión sin saber lo que el destino me tenía preparado.
Al entrar al avión me dirigí sin mayor preocupación hacia mi asiento. En cuanto me siento, escucho que la mujer que iba a mi lado con cara de misterio me dice "Dany, no te diste cuenta que estaba tu ex atrás tuyo en la fila del avión". Mi primera reacción fue pensar que era mi ex (Luis), ya que tendría más posibilidades de encontrarme con él, porque es argentino, pero al instante me dice: "¡¡No!!, tu exmarido". Chiquillas, lo único que pedí en ese momento fue no verlo entrar por esa puerta.
A los pocos segundos lo veo a él caminando por ese pasillo, al hombre con el que compartí 15 años de mi vida, pero ahora era un simple desconocido. Cuando se acercaba sentía que todo a mi alrededor estaba en cámara lenta, solo escuchaba a la mujer que estaba sentada a mi lado murmurar un montón de cosas que ahora ya ni siquiera recuerdo. Mi corazón estaba a mil por hora y ahí fue cuando me pregunté ¿Cuándo nos volvimos dos desconocidos? Qué difícil es no saludarse con el hombre que tomó mi mano durante tanto tiempo.
En ese momento me puse la armadura que tenía guardada hace tanto tiempo y dentro de eso están los chistes hacia mí misma, así que, para romper la tensión del momento, dije en voz alta a los que estaban pendientes del cahuín "si me ven yendo para allá me agarran de las patas nomás" o una talla como "son copuchentos", porque sí chiquillas, cuando podemos reírnos de nosotras mismas, le quitamos el poder a los demás para que se rían de nosotras.
Para ser sincera con ustedes, la verdad es que ese incómodo momento me hizo sentir tan ahogada que no podía ni respirar, literalmente un vuelo de dos horas, para mí se sintió como si fueran diez. Fue muy fuerte verlo de una manera tan inesperada después de casi 2 años sin estar cara a cara.
Al aterrizar, esperé un largo tiempo para salir del avión, nunca había caminado tan lentamente hacia policía internacional, todo esto para no volverlo a ver. Mientras caminaba pensaba ¿por qué me pasan estas cosas a mí? Acaso ¿el destino existe? ¿Será que nos quería juntar o me quería probar? Cuando me subí a mi auto y cerré esa puerta, por fin me sentí en mi "lugar seguro" y sí, lloré abrazada a mi volante por casi 20 minutos. Quiero dejar claro que no lloré por él y muchas de ustedes me entenderán, lo que me duele es el recuerdo de lo que era mi familia y él siempre será parte de eso.