Como cada mes de mayo, estamos celebrando un nuevo Día de la Madre y, más allá de los festejos propios de la fecha, también es útil tener una mirada macro para analizar cómo estamos avanzando en los problemas y desafíos que hoy siguen afectando a las mujeres, especialmente aquellas que deben compatibilizar la maternidad con la vida laboral.
Hace algunas semanas causó sorpresa la carta que una madre envió a un periódico de circulación nacional, donde declaraba un rotundo “No quiero que se acabe la pandemia”, porque eso significaba poner fin a un periodo donde muchas pudieron cumplir con su rol de trabajadoras y mamás en un mismo espacio y organizar sus horarios; mientras que con el retorno a la presencialidad, deben separarse de sus hijos gran parte del día, eso sin contar con la necesidad de recurrir a redes de apoyo, familiares, amigos o jardines infantiles disponibles y acordes a su presupuesto. Un estudio realizado por la Mutual de Seguridad lo refleja así: 33,2% de los hombres siente entusiasmo de regresar a la modalidad presencial, mientras que un 23,5% de las mujeres manifiesta frustración.
Como sociedad tenemos una enorme tarea por delante en lo que se refiere a ‘emparejar la cancha’ y facilitar no sólo la inserción femenina en el mundo laboral, sino también su mantención en el tiempo sin afectar la salud mental de las mujeres ni la crianza de las futuras generaciones. Y aquí el sector privado tiene un papel muy importante que desempeñar, porque son las compañías quienes pueden implementar medidas que ayuden a sus trabajadoras a conciliar de mejor manera la vida familiar, la maternidad y el trabajo remunerado.
Actualmente, los equipos de Gestión de Personas de muchas empresas están avanzando en lograr este fin haciendo uso de la tecnología y las múltiples posibilidades que ofrece. Por ejemplo, gracias a ella hoy es posible crear sistemas híbridos de trabajo, donde las mujeres puedan desempeñarse laboralmente en modo presencial y digital previo acuerdo con sus jefaturas. Y como el soporte debe ser completo, las trabajadoras cuentan con una red de apoyo corporativa durante la fase presencial, como salas cuna o jardines infantiles internos.
Otro caso es el de las mujeres que forzosamente deben acudir a sus puestos laborales cada día o deben trasladarse por periodos hacia otras ciudades, como es el caso de la minería. Ellas pueden acceder a bonos para costear el cuidado de sus hijos y además, trabajar y seguir conectadas con su realidad familiar con la ayuda de softwares. Además, están accediendo a oportunidades laborales como becas de estudio o reembolsos de salud que proporcionan una mejor calidad de vida a sus familias.
Por último, creo que es importante incorporar al interior de cada organización la entrega de facilidades para una correcta inserción laboral femenina y dejar de ver estas medidas como un “favor”, “algo que hay que hacer” o un “gasto extra de recursos”. Todos somos parte de la sociedad y si queremos mejorar como país, debemos trabajar conjuntamente para ello. Las mujeres han demostrado con creces sus capacidades profesionales y el aporte que pueden entregar en distintos rubros. Miremos a futuro con la convicción de que -con sus necesidades familiares básicas cubiertas- podremos contar con más y mejor talento de mujeres madres y trabajadoras.