Nuestro país se ha estado transformando en los últimos años en una especie de gran laboratorio donde estamos transformando la manera de hacer las cosas, dando espacio a renovados modelos políticos, sociales, empresariales y económicos. Así lo vemos día a día en el trabajo de la Convención Constituyente, en el Gobierno y sus nuevas autoridades, y en cómo han surgido los primeros "unicornios" de nuestro ecosistema de emprendimiento.
Franklin D. Roosevelt decía que "es de sentido común elegir un método y probarlo. Si falla, admitirlo francamente y probar con otro. Pero, sobre todo, intentar algo". De eso se trata justamente, de abordar los cambiantes desafíos actuales con enfoques distintos, porque no podemos seguir haciendo lo mismo que hace 20 años con un entorno que fluye constantemente.
Me gusta pensar que lo que está pasando hoy en día con el ecosistema de startups, esas empresas escalables que nos sorprenden con nuevas soluciones, pueda ser visto como un gran laboratorio país donde la innovación no sólo genera beneficios para sus fundadores, sino para la sociedad completa y gracias a ellas, la economía chilena pueda sofisticar su matriz productiva, haciéndola más competitiva, robusta y sustentable.
El ejemplo más concreto es lo que estamos viviendo hoy con la crisis climática, y cómo las nuevas startups y scaleups pueden generar soluciones novedosas a problemas complejos como la crisis hídrica por la que hoy atraviesa Chile mediante la optimización de recursos. Estos emprendedores nacen de la experiencia personal, pero luego de iterar a partir de sus experimentos, prueba y error, siguen adelante. A un nivel macro, la OCDE reconoce la importancia de la inversión en Investigación y Desarrollo "como una manera efectiva de estar preparados y ser capaces de dar respuesta a próximas crisis". No es casualidad que los países que consideran más fondos para estos ítems, tengan PIBs más altos y economías más fortalecidas.
Las naciones y las personas que no destinan mente y recursos a la innovación corren riesgo de ser menos competitivas, y productivas. Por eso es importante lo que está ocurriendo hoy en Chile en distintos niveles, porque la transformación que estamos viviendo como país nos puede llevar por caminos inexplorados y tal vez en 30 años más, de tomar las decisiones correctas en 2022, logremos iniciar el cambio hacia un desarrollo sostenible para nosotros como habitantes de esta larga y angosta faja de tierra.
Por algo el mundo nos está observando con atención, y depende de la responsabilidad con que afrontemos estos desafíos, que los resultados sean efectivos y exitosos.