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Académica explora las complejidades de cómo el metabolismo, los desafíos nutricionales y la dieta impactan la vida de aquellos que han superado la barrera de los 40 años.
En la travesía de la vida, el envejecimiento emerge como un capítulo inevitable, pero también como una oportunidad para cuidar y preservar nuestra salud de manera consciente. En este contexto, la nutrición se erige como un elemento central para garantizar que cada etapa de la vida sea vivida con vitalidad y bienestar.
A medida que envejecemos, nuestro organismo se ve expuesto a cambios naturales del pasar de los años. Por ejemplo, según Fabiola Romero, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética UNAB, nuestro metabolismo tiende a volverse más lento, lo que puede tener un impacto significativo en la pérdida o mantenimiento de peso, “esto se debe a una disminución en la masa muscular y a cambios hormonales que afectan la tasa metabólica basal” explica.
Con el envejecimiento, la tasa metabólica basal, es decir la cantidad de calorías que el cuerpo quema en reposo, tiende a disminuir. Esto es lo que se entiende por ralentización metabólica. Romero explica que este suceso se debe en parte a la pérdida de masa muscular, ya que el músculo quema más calorías que la grasa en reposo.
“A medida que envejecemos, es común experimentar una disminución en la masa muscular, lo que puede reducir la cantidad de calorías que el cuerpo quema naturalmente” indica.
Asimismo, a nivel hormonal también se producen cambios importantes que pueden influir en el metabolismo, “por ejemplo, en las mujeres, la menopausia conlleva una disminución en los niveles de estrógeno, lo que puede estar asociado con un aumento de grasa corporal y una disminución de la masa muscular, lo que afecta el metabolismo” explica la nutricionista.
Por otro lado, con el envejecimiento, es común que las personas sean menos activas físicamente, esto por motivos de limitaciones físicas, responsabilidades familiares o laborales, lo que puede llevar a una disminución en el gasto calórico diario.
Aunque muchos cambios en el metabolismo se producen de manera natural en el cuerpo humano, la académica UNAB sostiene que hay acciones que sí podemos controlar. Una de esas es la necesidad de mantener una ingesta adecuada de nutrientes esenciales, como vitaminas y minerales, así como de proteínas para prevenir la pérdida de masa muscular y ósea.
A continuación, Romero indica una serie de recomendaciones para cuidar nuestra salud y alimentación luego de los cuarenta años:
Así, la nutricionista de la UNAB destaca que una dieta saludable desempeña un papel muy importante en la preservación de la masa muscular y la densidad ósea en la edad adulta y la vejez al proporcionar proteínas y nutrientes esenciales. “Es importante mantener un equilibrio adecuado de estos nutrientes y realizar actividad física regular para mantener la salud musculoesquelética” subraya.
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