En 1986 explotó la planta de energía de la ciudad de Chernóbil, Ucrania y provocó la evacuación de más de 335.000 personas debido a que se liberó hasta el 30 por ciento de las 190 toneladas métricas de uranio de la planta a la atmósfera.
Y se estableció un parámetro de 30 kilómetros de ancho alrededor del reactor, conocido como "zona de exclusión" (ZEC), sector en el que hoy en día existe flora y fauna que se ha adaptado a las condiciones.
En este contexto, entran los "lobos mutantes" de Chernóbil parecen haber desarrollado resistencia al cáncer, quienes han sobrevivido a los niveles de radiación cancerígena de la zona.
Monitoreo
Lo que aumenta las esperanzas de que los hallazgos puedan ayudar a los científicos a combatir la enfermedad en humanos.
Cara Love, bióloga evolutiva y ecotoxicóloga de la Universidad de Princeton en Estados Unidos y su equipo estuvieron en la ZEC el 2014 y han monitoreado a los lobos desde entonces mediante collares de radio.
La científica explica que los collares entregan "mediciones en tiempo real de dónde están (los lobos) y a cuánta (radiación) están expuestos".
Además, tomaron muestras de sangre de los animales para entender cómo sus cuerpos responden a la radiación. Los datos que los investigadores reunieron indican que los lobos están expuestos a más de 11,28 milirem de radiación todos los días durante toda su vida.
Lo que supera seis veces el límite legal de seguridad para un humano
Love descubrió que el sistema inmunológico de los lobos está alterado de la misma forma que la de los pacientes de cáncer que se someten a tratamiento de radiación.
También descubrió que hay partes de la información genética de los animales que presentan mayor resistencia al riesgo de cáncer, por lo que buscan identificar que tipo de mutaciones protectoras aumentan las posibilidades de sobrevivir al cáncer.
Situaciones como la pandemia y el conflicto entre Rusia y Ucrania han detenido la investigación, según Love: "Nuestra prioridad es que las personas y los colaboradores estén lo más seguros posible".
La científica presentó su descubrimiento en la reunión anual de la Sociedad de Biología Integrativa y Comparada en Seattle, Washington, el mes pasado, según Sky News.