Bienestar, modularidad y la nueva estética emocional del living
Las tendencias hacia 2026 reflejan una mirada que combina materialidad cálida, estilos híbridos y soluciones adaptables que responden a la vida cotidiana.
Las tendencias hacia 2026 reflejan una mirada que combina materialidad cálida, estilos híbridos y soluciones adaptables que responden a la vida cotidiana.
El living chileno atraviesa un cambio profundo impulsado por la búsqueda de bienestar en hogares cada vez más compactos. La reorganización del espacio plantea nuevas prioridades, donde piezas clave como el sofá seccional adquieren un rol estructural en la forma en que las familias configuran su área social.
La selección de juegos de living también se redefine dentro de un escenario que privilegia ambientes que transmiten calma sensorial. La iluminación cálida regulable, la presencia de superficies suaves al tacto y el predominio de tonalidades neutras se posicionan como herramientas centrales en esta nueva manera de construir intimidad cotidiana.
La luz aparece como elemento determinante en los hogares chilenos. Las temperaturas cálidas entre 2700K y 3000K funcionan como base para generar ambientes envolventes, en conjunto con sistemas capaces de ajustar intensidad y color según el momento del día. Estos recursos refuerzan la idea de living como refugio emocional.
Las texturas también cumplen un rol crítico. Telas de alto gramaje, maderas en tonos medios y superficies naturales responden a la necesidad de construir espacios que se sientan serenos y conectados con el entorno. En departamentos reducidos, estas decisiones fortalecen el orden visual y reducen la sensación de saturación.
El uso de materiales nobles gana fuerza en la elección del mobiliario. La preferencia se inclina hacia maderas oscuras o claras según el estilo, junto con tapicerías pensadas para resistir un uso cotidiano más exigente. La presencia de piedra natural y tejidos orgánicos complementa un panorama donde la textura es protagonista.
El cierre de terrazas con cristal se convierte en una tendencia relevante. Esta práctica permite ampliar el área social durante todo el año e integrar mobiliario apto para zonas semicerradas, como fibras sintéticas de alta resistencia o cuerda náutica, lo que crea continuidad entre interior y exterior sin perder coherencia estética.
El Japandi mantiene su presencia por su enfoque sereno, basado en líneas puras y una paleta contenida que favorece la claridad visual. La madera clara, los textiles neutros y los acentos azul grisáceo forman parte de esta corriente, apreciada especialmente en viviendas urbanas.
La Nueva Nostalgia se posiciona como contrapunto estético. Esta fusión recupera curvas inspiradas en los setenta junto a elementos propios de los noventa, como el uso de cromo o vidrio. Los colores saturados, naranja quemado, verde aguacate o marrón chocolate, introducen acentos que conviven con bases cálidas.
La revalorización de la artesanía chilena impulsa la presencia de piezas creadas mediante técnicas tradicionales combinadas con herramientas de precisión como el CNC. Esta corriente integra referencias a la geografía nacional mediante patrones que evocan araucarias, cordilleras o dunas.
La creación local también avanza en el uso de materiales certificados y prácticas responsables, un enfoque que atrae a quienes buscan un relato cultural dentro del living. Este cruce entre oficio y tecnología fortalece la presencia de objetos con identidad en medio de una estética que prioriza lo sensorial.
Los tonos tierra y el greige se consolidan como base cromática. Esta elección propicia ambientes que se sienten acogedores sin perder equilibrio visual. La reinterpretación de los neutros incorpora matices cálidos que vinculan el espacio con la naturaleza y permiten transiciones suaves entre zonas del hogar.
La convivencia entre bases suaves y acentos intensos responde a la dualidad que caracteriza la vida urbana. Los colores saturados asociados a los setenta funcionan como contraste puntual dentro de un marco que prioriza la sensación de estabilidad y conexión.
La realidad habitacional chilena impulsa el auge del mobiliario modular. Los livings deben responder a múltiples funciones a lo largo del día, lo que promueve soluciones que permitan reorganizar el espacio con rapidez. Este fenómeno se refleja en seccionales con almacenamiento integrado y en la estandarización del sofá cama como alternativa permanente de descanso.
La preferencia por mecanismos reforzados y colchones pensados para uso diario indica una evolución técnica que transforma el living en un área flexible. En departamentos con concepto abierto, estas piezas cumplen un rol aún más importante al compensar la falta de privacidad y la exposición total del espacio.
El armado del living muestra una dirección clara, crear espacios capaces de apoyar el bienestar emocional en un contexto urbano exigente. Las tendencias hacia 2026 reflejan una mirada que combina materialidad cálida, estilos híbridos y soluciones adaptables que responden a la vida cotidiana. Esta evolución dibuja un futuro donde el living se convierte en un área que concentra identidad, calma y funcionalidad en igual medida.
Las tendencias hacia 2026 reflejan una mirada que combina materialidad cálida, estilos híbridos y soluciones adaptables que responden a la vida cotidiana.
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