• 28 ABR DE 2024

¿Cómo me doy cuenta que mi hijo/a tiene un uso problemático de las redes sociales y qué puedo hacer si es así?

Este mal uso generaría agotamiento escolar, fatiga de redes sociales, sentimientos de aislamiento, trastornos del sueño y finalmente un incremento en los índices de ansiedad y depresión.

Las investigaciones actuales dan cuenta que el concepto de uso problemático de las redes sociales se define como el uso de éstas de forma no planificada e impulsiva, que finalmente deviene en conductas no controladas por ésto/as. Este mal uso generaría agotamiento escolar, fatiga de redes sociales, sentimientos de aislamiento, trastornos del sueño y finalmente un incremento en los índices de ansiedad y depresión, incluso en algunos casos ideación o intentos suicidas (Shuting, et al., 2023)

De esta forma, si bien es más frecuente que estas conductas aparezcan en la adolescencia, si usted tiene niño/as a cargo y éstos acceden a temprana edad a dispositivos tecnológicos sin acompañamiento adulto, también pueden presentar estas complejidades.

En la temprana infancia, si ha usado el celular o la TV de “chupete digital” y se lo quita, si su hijo/a ya está desarrollando un uso problemático éste llorará, hará “pataletas”, le quitará el control remoto de sus manos y no aceptará el tan importante NO MÁS, se acabó el tiempo. Por esto, es tan relevante no llegar a este extremo y tener reglas en relación a horarios y contenidos en los cuales él o ella pueden acceder a pantallas y, por supuesto, no realizar ninguna comida con ellas (para que no se acostumbre y para que vaya adquiriendo consciencia de lo que come).


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Si su hijo/a a cargo es adolescente, probablemente esta conducta será mucho más intensa. No debemos olvidar que la pandemia intensificó el sobreuso de las pantallas en toda la población, y ésta en particular, de forma desmedida (Yalcin, et al., 2021).  El propio devenir adolescente nos da cuenta que en esta edad es crucial, en términos de la definición de la identidad; y que los y las amigo/as son centrales en esta etapa. Lo crucial, es que, aunque resulte contradictorio con la literatura adolescente es que, si existe una relación de confianza con el adulto, éste será su confidente de experiencias desagradables en línea, más que incluso sus amigo/as (Waltsty, 2019), ya que éstos están inmersos en el mismo mundo multimedial y les cuesta autorregularse (¡hasta a muchos adultos!)

Por lo mismo, si nota que su hijo/a pequeño hace pataletas a la hora de restringir el uso de la tecnología o su hijo/a adolescente pasa tardes enteras en línea, incluso dejando de hacer otras actividades sin pantallas que antes le producían satisfacción (como hacer un deporte o juntarse presencialmente con sus amigo/as), o se encierra en su pieza y no hace caso cuando le llaman a cenar juntos o situaciones familiares; primero, hable con él acerca de su preocupación, en algún momento en que pueda estar con éste a solas, desde la calma y tratando de llegar a acuerdos. Si él o ella le señala que no tiene problemas de control y que “todo está ok”, le sugiero busque ayuda a un psicológo/a o si expresamente asume que es algo que “ya no puedo controlar”, también es momento de pedir ayuda.

Tampoco olvide que, en estas materias, lo ideal es “trabajar en equipo”, incluso estando separado del otro progenitor, entonces pueden conversar en conjunto o que aquel padre, madre o figura más significativa para el niño, niña o adolescente, aborde el tema. Será mucho menos complejo si se afronta de este modo, si es que se hace desde la soledad o peor aún, desde el descontrol y la rabia adulta.