• 23 NOV DE 2024

IN MEMORIAM: Ana González de Recabarren y su lucha infinita

Ana González de Recabarren |

Ana González de Recabarren se convirtió en una de las figuras más emblemáticas y representativas de la lucha por los derechos humanos en Chile

Usted me busca y no me encuentra / Pero yo estoy aquí soy como usted / No he desaparecido yo soy reflejo vivo. (“Tres versos para una historia”, ILLAPU)

Era una noche como cualquier otra en la vida de Ana de los Ángeles González González, hasta que el llanto de un niño en la puerta de su casa anunció el inicio de una pesadilla. El 29 de abril de 1976 su vida cambió para siempre. En cuestión de horas, cuatro familiares suyos fueron secuestrados y nunca más se supo de ellos.

Así comenzó el calvario de Ana González de Recabarren, una mujer nacida en 1925 en la ciudad de Tocopilla que pasó de ser una persona común y corriente a convertirse, de golpe, en un ícono de la lucha por los derechos humanos en Chile.


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Los días previos a la tragedia

Ana llevaba una vida normal junto a su esposo Manuel Recabarren y sus hijos en la ciudad de Santiago. Ella ayudaba a Manuel en el negocio familiar, un casino que tenían a concesión en una empresa de agua potable de la capital.

Su hijo Luis Emilio, de 29 años, era dirigente sindical de la Universidad Técnica del Estado (UTE) y esperaba su segundo hijo junto a su esposa Nalvia Rosa. Nada en el mundo los hacía pensar en la tragedia que se aproximaba.

[caption id="attachment_143157" align="alignnone" width="894"] Ana junto a su esposo Manuel[/caption]

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La noche que lo cambió todo

El 29 de abril del 76 Ana estaba viendo la tele en su casa, cuando a lo lejos sintió el llanto de un niño que, con el correr de los minutos, se hacía cada vez más fuerte. Cuando salió a ver de qué se trataba, vio que un bebé de apenas 2 años estaba aferrado a su reja, solo y llorando. Tal como estaría años más tarde ella misma, aunque no sola, encadenada a las rejas para evidenciar la tortura y desaparición que ocurió durante los años de la dictadura.

Detrás de él a pocos metros, se acercó una mujer quien le preguntó si el pequeño era de ahí. Efectivamente, se trataba de “Puntito”, como llamaban a su nieto, Hijo de Luis Emilio y de su nuera Nalvia. 

[caption id="attachment_143158" align="alignnone" width="899"] Nalvia junto a su hijo, a quien en la familia llamaban "puntito"[/caption]

 / Nalvia junto a su hijo, a quien en la familia llamaban puntito
/ Nalvia junto a su hijo, a quien en la familia llamaban "puntito"

La mujer dijo que se encontraba de visita a un par de casas por el sector y que vio cómo en medio de la calle paró un auto chevy, del cual se bajaron dos hombres grandes con un niño en brazos y lo dejaron ahí en la calzada al niño solo y se fueron. 

Ana despertó a su esposo Manuel que a esa hora dormía. Juntos salieron a buscar a su hijo con la esperanza de que no se tratara de una detención. 

Luego de mucho buscar, ambos pasaron la noche en vela, esperando. Sin embargo decidieron ir a trabajar al día siguiente para que los trabajadores pudieran comer. Iban a preparar empanadas por el día del trabajador. 

A la mañana siguiente Manuel salió primero. 

Cuando Ana llegó al casino, se dio cuenta de que nadie había abierto la cocina y los trabajadores estaban afuera. Manuel no había llegado. Con eso, a Ana no le quedó ninguna duda de que su hijo y su nuera habían sido detenidos y que, seguramente, a su esposo lo estuvieron esperando cerca de casa y también había sido capturado. En ese minuto todavía no se imaginaba que nunca más sabría de ellos.

En cuestión de horas, Ana González había perdido a dos de sus hijos, su nuera embarazada, y su esposo. No volvió a verlos nunca.

La búsqueda

Luego de las desapariciones todos quienes quedaron de la familia se dispersaron buscando refugio lejos de su casa ante el temor de ir desapareciendo de a poco. Pero Ana no quiso vivir escondida y sola volvió a su casa completamente vacía.

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A su retorno al hogar recibió una nota anónima de clemencia que decía: “señora, diríjase a la Vicaría de la Solidaridad”. Confiando en la misericordia de la mano que escribió la carta, partió a la plaza de Armas y ahí se dio cuenta de que llegaba mucha gente en su misma situación.

A pesar de los intentos de ocultamiento por parte de la dictadura, las pruebas de las violaciones de los derechos humanos seguían apareciendo y los familiares habían trazado ya una ruta de búsqueda.

[caption id="attachment_143154" align="alignnone" width="895"] Ana González encadenada en la reja del ex congreso[/caption]

 / Ana González encadenada en la reja del ex congreso
/ Ana González encadenada en la reja del ex congreso

La Vicaría y la lucha infinita

Fue en la Vicaría cuando comprendió que no estaba sola en su búsqueda, y que ese dolor de incertidumbre y ausencia era un dolor que compartía con otras mujeres y se sumó en 1976 a la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD). Organización en la que se convirtió en una pieza clave de la lucha por los derechos humanos en el Chile de Pinochet.

La labor de denuncia de Ana González es una de las más recordadas. Ana y su moño. Ana en la huelga de hambre. Ana encadenada al ex congreso. Ana y los claveles rojos en la campaña para recolección de ADN.

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En 1977, participó en la primera huelga de hambre que duró 10 días en la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y consiguieron con ella que la junta militar tomase el compromiso ante el Secretario General de Naciones Unidas, de investigar las denuncias de desaparición.

También, junto a Gabriela Bravo y Ulda Ortiz, recorrió Europa y Norteamérica para acudir a las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos, la Cruz Roja Internacional, la Comisión Internacional de Juristas, el Vaticano, el Consejo de Iglesias de Nueva York, Amnistía Internacional, universidades y medios de comunicación, llevando siempre junto al corazón la imagen de sus familiares desaparecidos.

Producto de estas acciones, la dictadura las condenó al exilio y les fue prohibido el ingreso a Chile, pero la prohibición se extendió por poco tiempo y en febrero de 1978, fue aceptada una solicitud de reconsideración gracias a la firme decisión de volver al país y la presión internacional y nacional que obligaron a la dictadura a permitir su retorno. 

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La lucha de Ana y la justicia que no llegó nunca

Lamentablemente Ana González falleció a los 93 años sin poder encontrar a su esposo e hijos desaparecidos. Pero su legado es imborrable para miles de familiares de detenidos desaparecidos en Chile.

Con 93 años dejaba este mundo que le resultó tan ingrato, sin encontrar a sus hijos Luis Emilio y Mañungo. Sin encontrar a su nuera Nalvia Rosa, embarazada de tres meses. Sin encontrar a su esposo Manuel. 

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Los cinco, contando al bebé de su nuera, forman hasta el día de hoy parte de una lista que parece interminable.

Por los desaparecidos de Ana, fueron condenados, en el caso conocido como “Conferencia 1”, Pedro Espinoza Bravo, Carlos López Tapia, Ricardo Lawrence Mires y Jorge Andrade Gómez.

La sentencia a los perpetradores recibió una apelación, y Ana González no alcanzó a conocer el fallo. Complicaciones de salud en los días previos a la resolución de la Corte de Apelaciones la llevaron al hospital, de donde sus ojos se cerraron por última vez y para siempre. Donde se apagó su risa. Apenas un mes antes se conmemoraron 45 años del golpe. 

Hasta el día de hoy, la AFDD sigue buscando justicia por los crímenes de lesa humanidad ocurridos en la dictadura, aunque muchos de los perpetradores murieron en la más completa impunidad y, así como Ana, muchas víctimas también han muerto sin encontrar justicia.

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