Constanza Santa María y el desafío de la televisión pública en Chile
Que una periodista, desde la televisión pública, sea capaz de fiscalizar al poder real con evidencia, claridad y sin sensacionalismo, es un acto que merece ser destacado.
Que una periodista, desde la televisión pública, sea capaz de fiscalizar al poder real con evidencia, claridad y sin sensacionalismo, es un acto que merece ser destacado.
El reciente reportaje de TVN, liderado por Constanza Santa María, que reveló que el Director del Servicio de Impuestos Internos, Javier Echeverry, no había pagado las contribuciones de su casa, fue un golpe periodístico certero y necesario. En tiempos donde la confianza pública está desgastada, que una periodista, desde la televisión pública, sea capaz de fiscalizar al poder real con evidencia, claridad y sin sensacionalismo, es un acto de servicio democrático que merece ser destacado.
No es la primera vez que Santa María demuestra su capacidad de estar a la altura de los momentos clave. Ya lo había hecho durante su incisiva entrevista al senador Jaime Naranjo, en un momento álgido de la política nacional. Su estilo, sereno pero agudo, la ha posicionado como una de las voces más confiables del noticiario "24 Horas".
Estos momentos de excelencia periodística abren una reflexión mayor: ¿necesita Chile una televisión pública? La respuesta no es sencilla. Porque si bien este tipo de reportajes justifican plenamente la existencia de un canal estatal, también es cierto que un gran reportaje al año no basta.
No necesitamos 365 días de grandes destapes, pero sí una línea editorial coherente, permanente y valiente. Una televisión que incomode cuando sea necesario, que informe con profundidad, y que aporte al debate público de forma sostenida.
El trabajo de Santa María y del Departamento de Prensa de TVN prueba que hay talento y rigor periodístico en el canal estatal. Lo que falta es que ese nivel se convierta en la norma y no en la excepción. Porque sí, Chile necesita televisión pública. Pero no solo para brillar de vez en cuando, sino para estar, todos los días, al servicio de la verdad y del bien común.
Que una periodista, desde la televisión pública, sea capaz de fiscalizar al poder real con evidencia, claridad y sin sensacionalismo, es un acto que merece ser destacado.
En los talleres que llevo haciendo a padres, madres y apoderados y en otras ocasiones, con docentes en Establecimientos Educativos privados y públicos, siempre parece una conclusión triste: la soledad de la infancia.