Hace algunos días atrás recibimos la noticia de que el Senado aprobó la iniciativa de prohibir los smartphones a las aulas básicas y pre básicas. Si bien, desde la psicología hace años sabemos que las prohibiciones no son las soluciones finales para las complejidades del mundo y que muchas de ellas generan el efecto contrario, hay evidencia reciente de que este tipo de medidas han traído repercusiones positivas en en el rendimiento académico, la salud mental de los y los y las estudiantes y disminución del bullying (Abrahamsson, 2024). También es relevante poner sobre la mesa que es muy diferente entregar un móvil con internet a un niño o niña de 4 años que a uno de 17, entonces esta medida parece ser pertinente. Pero insisto en que vivimos en mundo multimedial, por tanto, lo ideal sería que, por una parte los y las docentes contarán con espacios de alfabetización digital, para usar la tecnología a favor y no en contra de los procesos formativos y, por otra, los apoderados puedan implementar medidas de mediación parental digital activa, además de estar en línea con las regulaciones que tienen los establecimientos educativos en que los niños y niñas son parte y ellos también!!
Esto último es crucial, ya que no sacamos nada con estas restricciones en los espacios escolares, si luego el niño o niña llegará a casa y estará toda la tarde conectado a internet. Desde esta reflexión, me parece muy importante que estos temas se discutan con todos los actores de las diversas comunidades educativas, vales decir: equipos directivos, docentes, profesionales de apoyo, estudiantes y apoderados.
Por otra parte, la mediación parental digital activa es importante no sólo a nivel familiar, sino que a para la adquisición de los procesos educativos que requieren adecuados procesos cognitivos y afectivos en los niños y las niñas (Liu et al., 2012; Nielsen et al., 2019; en Halpern, Piña & Ortega 2021). El sistema educativo requiere del apoyo de los cuidadores principales (Halpern, Piña & Ortega 2021), sin la tríada niño/a, familia/sistema educativo, no se logran los efectos deseados.
Así, si bien la medida parece necesaria y pertinente, en un Chile en el cual no aún no se instalan políticas públicas de peso que promueven la alfabetización digital adulta, no podemos negar, por una parte, que discusiones dicotómicas que no permitan espacios de reflexión de las distintas comunidades educativas, puede ser incluso iatrogénico, y por otra, que vivimos en un mundo multimendial, en el cual somos madres, padres, cuidadores principales y apoderados con nuevos desafíos, entonces vamos a necesitar nuevas competencias parentales, ya que la tecnología vez avanza cada día de forma vertiginosa. Tampoco me parece correcto "demonizar" las redes sociales, que "nos salvaron" en la pandemia, que nos posibilitan difundir ideas y que hoy, por ejemplo, me permiten compartirles estas reflexiones, que no se agotan en estas líneas.
