Ayer feriado en Chile hablé con una amiga y colega que trabaja en establecimientos educativos preescolares, quien tristemente me contó lo complejo que les estaba resultando a los y las educadores de ese nivel "recibir" a los niños y niñas en la mañana... llegaban en coche con un celular con internet (después que los cuidadores principales le contaban que sólo así los despertaban, vestían y daban desayuno). Le quitan el celular y lo dejan en el jardín, obviamente llorando y con "ganas de seguir mirando", no llorando como antes en los primeros días de nuestro jardín, que no deseábamos separarnos de nuestros padres o madres, lloran porque "los desconectan de internet".
Luego, los vuelven a buscar y "enchufar"... ¿Qué más tiene que pasar para que los adultos que cuidan tengan la capacidad de hacerlo?... de "bancarse" una pataleta meciendo a un niño/a o dando vegetales cocinados de la forma "más complicada para que no se vieran y uno se los comiera y encontrara ricos"... esto marcó mi día de ayer, ya que, como hemos hablado en otras columnas, mientas más temprano le damos a nuestros niño/as un celular con internet, más daño estamos haciendo... a nivel biológico incluso... los efectos son muchos, sólo por mencionar algunos: se daña la función ejecutiva (dicho en sencillo: la capacidad de planificación, regulación y adaptación al entorno), se incrementa la ansiedad y la desregulación, baja la tolerancia la frustración, así como la empatía... ¿hay algo bueno?, la verdad es que nada. El uso de dispositivos sin ninguna regulación ni control educativo y edad tan precoz, sólo produce daños.
Es triste pensar que muchos adultos que hoy crían, no se dan cuenta del impacto que estas acciones tienen en sus hijo/as y menos aún en el pobre o la pobre educador/a que recibe a un niño o niña en estas condiciones de desregulación, sin mucha capacidad de calmarlo/a por los efectos descritos.
Lo complejo de esto es que, además, no nos percatamos que perdemos el tiempo más valiosos para construir apego seguro, vínculo y relación privilegiada basada en la confianza, con nuestros niños y niñas, la cual después será mucho más compleja de restituir, ya que se viene raudamente la adolescencia y sólo querrán mayor autonomía... y un celular con Internet de regalo.
Sé que la crianza resulta difícil y que serlo en un mundo digital y presencial, sin políticas públicas de alfabetización digital, lo es con mayor fuerza aún. Por eso, si lees esto y eres profesor o profesora o tienes un niño o niña pequeña, los y las invito a ser agentes de cambio, primero conversando, poniéndose en el lugar del otro/a, conociendo los daños que esta negligencia parental conlleva a largo y corto plazo... en comunidad es la única forma que podemos salir de esto.
Sólo la construcción de comunidad nos puede salvar y darle una infancia más llena de juego, lectura, paseos, y menos intenet a nuestro/as pequeño/as. Estos a la larga serán los adultos del mañana y este tipo de prácticas sólo sigue reproduciendo la realidad de individualismo, basada en la competencia, exitista y de relaciones tan impersonales que hoy tenemos, en las cuales valoramos "más un like" que tener un abrazo de un amigo/a profundo.
No dañemos más nuestra infancia por favor, los y las invito a reflexionar y difundir estos temas y si de veras, no puede o no quiere ser madre o padre y no quiere o no puede serlo/a, mejor diga a sus cercanos y deje que otro/a lo haga por usted si está en una crisis, mientras usted busca a ayuda. Debemos apoyarnos los adultos para incrementar nuestra capacidad de cuidado.