La mediación parental digital es el acompañamiento que hacen las madres, padres o cuidadores principales en el contenido, tiempo y las plataformas a las que acceden los niño/as y jóvenes. La literatura antes denominaba a esta competencia, control parental, pero hoy en día, existe la tendencia a considerarla un proceso longitudinal en el tiempo, y no sólo decir que “no a la tecnología”. Implica el reconocimiento de que habitamos un mundo multimedia, repleto de plataformas digitales y que, por tanto, como adultos debemos psicoeducar a nuestros niño/as a de una manera que no interfiera en su adecuado desarrollo físico y mental.
Es difícil, pero no imposible. Lo primero es que, si somos adultos a cargo de niño/as o jóvenes, debemos pensar acerca de nuestros propios hábitos de consumo digital y si soy capaz de dejar el celular o la televisión en momentos importantes, como las horas de comida. Sino es así, mejor partir por uno/a, ya que los niño/as aprenden por imitación de conductas desde la temprana infancia y si ven contradicciones entre nuestro relato y nuestra conducta, no servirá nada...
Entonces, lo primero es detenerse y pensar en nuestra propia manera de relacionarnos con la tecnología y luego tomar acciones al respecto, antes de intentar regularla en en familia.
Si ya logramos lo anterior, podemos, desde lo antes posible desarrollar acciones. Las investigaciones son claras. Es ideal que un niño o niña menor de 2 años no acceda a las pantallas (celulares, televisión, tablets, etc.). Se sabe la dificultad que esto conlleva, ya que muchos hogares actualmente están compuestos por un solo progenitor, preferentemente la madre y, además, las jornadas de trabajo son muy extensas. Pero la invitación es a pensar que, si antes lo hacemos, nuestra vida como madre, padre o cuidador principal será más fácil en la adolescencia, momento en el cual muchos hogares literalmente se transforman en territorios de “guerras contra las pantallas”.
Luego de los 2 años, se recomienda ir introduciendo el uso de pantallas de modo progresivo y con el acompañamiento de un adulto que sepa y pueda explicar lo que el niño o niña ve y los tiempos de éste. Ojalá nunca comer con la televisión y menos aún con celular, ya que se acostumbrará a hacerlo siempre de esta forma y perderá la capacidad de concentrarse en lo que come... ¿se han fijado cómo uno es capaz de comer una cantidad enorme de palomitas en el cine sin darse cuenta? Lo mismo sucede acá. Es deseable también combinar con actividades recreativas, como ir a la plaza o jugar, ya que, si sólo ve pantallas, sólo se divertirá de esa forma. Ojalá no tenga que criar solo/a o, ya que esto se torna mucho más complejo sin ayuda del otro progenitor, la familia extensa o vecinos.
Nadie dice que es fácil, ya que muchas madres, padres o cuidadores principales no nacimos con la tecnología en la mano y menos aún sabiendo los riesgos del uso indiscriminado de ésta, tales como problemas en la concentración, el rendimiento académico, el sueño, sobrepeso, entre otras complejidades de salud física y mental.
Nunca ha sido fácil ser madre, padre o cuidador principal, por eso la relevancia es hacerlo en redes de apoyo y con conocimiento de las consecuencias de nuestras acciones y de nuestras omisiones en la salud de nuestros niño/as y nosotros/as mismo/as.
VIVIANA TARTAKOWSKY PEZOA
Directora Escuela Psicología
Universidad Bernardo O´Higgins
Investigadora en temas de familia, resiliencia y mediación parental digital