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Conocer las diferencias entre horno eléctrico y microondas ayuda a aprovechar al máximo cada equipo en la cocina, optimizando sabor, textura y tiempos de preparación.
En la cocina diaria, el horno eléctrico es ideal para preparar alimentos que requieren una cocción uniforme y prolongada. Este aparato es perfecto para hornear panes, pasteles, asados y platos que necesitan dorarse o quedar crujientes, como lasañas o pollos. Gracias a su capacidad para distribuir el calor de manera pareja, el horno garantiza que los alimentos se cocinen en profundidad, logrando texturas y sabores que otros equipos no pueden igualar.
En cambio, el microondas está pensado para calentar rápidamente alimentos ya preparados, descongelar ingredientes o cocinar platos sencillos que no necesitan dorado ni textura crujiente. Es especialmente útil para calentar porciones individuales, caldos, vegetales al vapor o preparar snacks rápidos. Sin embargo, no es recomendado para cocinar carnes o productos que requieran un acabado crocante, ya que la tecnología no genera el mismo tipo de calor seco que un horno.
El horno eléctrico destaca por su versatilidad en la cocina cuando se trata de platos que requieren temperaturas estables y precisas. Las preparaciones que llevan tiempo, como las pizzas caseras o los postres, se benefician de esta fuente de calor. Además, pueden incorporar funciones adicionales como grill o convección, que permiten mejorar aún más la textura final, logrando un dorado y crocante difícil de obtener en otros electrodomésticos.
Según un informe de IWSR, se espera que el segmento de bebidas sin alcohol genere un incremento de más de 4.000 millones de dólares para el 2028 en mercados mundiales, con una tasa de crecimiento anual compuesta del 7% en volumen impulsado por la evolución del comportamiento de los consumidores.
Por otro lado, el microondas es sinónimo de rapidez y practicidad. Su funcionamiento a base de ondas electromagnéticas calienta el agua contenida en los alimentos, haciendo que estos se calienten desde dentro hacia fuera en cuestión de minutos. Esto lo convierte en un aliado para quienes buscan ahorrar tiempo en la cocina, aunque su uso está limitado para ciertos tipos de alimentos. Por ejemplo, platos con masa o carnes que necesitan dorarse no logran el mismo resultado que en un horno eléctrico.
Otro punto a considerar es el tipo de platos que no deben cocinarse en microondas. Las masas crudas, para galletas o pan, no se hornean bien y quedan blandas o con texturas poco agradables. Tampoco se recomienda usarlo para alimentos con cáscara dura o muy gruesa, ya que el calor no penetra de manera uniforme. En cambio, el horno eléctrico asegura que estos alimentos alcancen la textura deseada, ya sea crocante por fuera o tierna por dentro.
En cuanto a la limpieza y mantenimiento, ambos equipos tienen sus particularidades. El horno eléctrico puede requerir una limpieza más profunda por la acumulación de grasas y restos de comida, especialmente si se usan para cocinar platos con salsas o asados. Mientras tanto, el microondas suele limpiarse con mayor facilidad gracias a su uso más rápido y limitado. Sin embargo, es importante limpiar ambos regularmente para evitar olores y mantener su buen funcionamiento.
Además, combinar ambos electrodomésticos en la cocina es una buena estrategia. Por ejemplo, usar el microondas para descongelar rápidamente ingredientes y luego terminar la cocción o dorado en el horno eléctrico. Así se aprovechan las ventajas de ambos y se optimiza el tiempo sin sacrificar calidad en la comida.
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