En Pequeño Cottolengo, el concepto de "madre" va más allá de los lazos de sangre. Cerca de 300 personas con discapacidad intelectual severa y profunda, muchas en situación de abandono, reciben día a día el amor, el cuidado y la contención de personas que asumen un rol maternal fundamental.
Ellas son las madres cuidadoras: más de 150 personas que no solo brindan atención integral, sino que también se convierten en una figura emocional estable y presente. Para muchos residentes, son la única familia que han conocido.
Esta realidad se enmarca en un contexto más amplio: en Chile, el rol del cuidado sigue recayendo mayoritariamente en las mujeres. Según el Ministerio de Desarrollo Social, el 86% de las personas acreditadas como cuidadoras son mujeres y en el Cottolengo ese número es arriba del 90%. Por lo tanto, aunque queremos celebrar el trabajo que hacen todas esas mujeres, también queremos destacar que esa labor maternal también es realizada por hombres, que asumen un cuidado cercano y cariñoso de las labores más básicas y necesarias que necesitan nuestros residentes para estar bien cuidados y que sean feliz.
"Me llena de orgullo cuidarlos. Ellos necesitan mucho de mí, y yo también necesito de ellos. Es un amor que no tiene límites. Ese vínculo es profundo, real, un amor de mamá, de esos que no se pueden explicar. Cuando uno se va, se va con el corazón lleno, porque hiciste mucho, y te vas feliz", comenta Marisol Fonseca Aravena, cuidadora del Hogar San Antonio, de Pequeño Cottolengo Cerrillos.
Vínculos que sanan
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Diversos estudios han demostrado que el afecto y la presencia de una figura de apego estable son esenciales para el desarrollo físico y emocional. La UNICEF ha señalado que la ausencia de vínculos afectivos seguros puede aumentar el riesgo de problemas de salud mental, dificultades cognitivas y baja autoestima.
Por otro lado, una investigación publicada en la revista Development and Psychopathology evidenció que el cuidado materno sensible durante la infancia puede influir positivamente en el desarrollo cerebral y reducir la reactividad al estrés en etapas posteriores de la vida (Luby et al., 2013).
Ese impacto se replica en Pequeño Cottolengo, donde muchas personas que no conocieron a su madre biológica encuentran, en estas mujeres, el afecto que les fue negado. Con pequeños gestos cotidianos, estas cuidadoras reconstruyen vínculos, devuelven dignidad y transforman el abandono en hogar.
En Pequeño Cottolengo, el trabajo de estas personas se enmarca dentro del Modelo GESIN, único en Chile, que promueve una atención integral centrada en la persona. Esto implica no solo cubrir necesidades básicas o médicas, sino también promover la rehabilitación, la educación especial, la creación de redes sociales y el bienestar emocional.
Muchas de estas cuidadoras también son madres fuera de la fundación, y aun así encuentran la vocación y la energía para entregar amor a quienes no cuentan con una red familiar. Con su constancia, paciencia y ternura, se convierten en referentes afectivos reales, presentes y protectores.
"En nuestra institución, el concepto de madre cuidadora no es simbólico. Es real, concreto y vital para el bienestar de nuestros residentes. Este Día de la Madre queremos honrar a esas personas, mayormente mujeres pero también hombres que, sin esperar reconocimiento, sostienen con sus manos y su cariño la dignidad de cientos de personas", explica Cristián Glenz, director ejecutivo de la Fundación.
Este Día de la Madre, desde Pequeño Cottolengo se celebra a todas las personas que cuidan con el alma, con entrega y con amor. Estas personas encarnan una maternidad distinta, pero igual de poderosa.