Febrero, el mes del amor, llega con flores, cenas románticas y declaraciones apasionadas. Sin embargo, también es el mes en que muchas personas recuerdan que, legalmente, siguen casadas con alguien a quien no han visto en décadas. Y aunque muchos creen que estar separados equivale a estar divorciados, la realidad legal es distinta.
Uno de los mitos más comunes es que si la otra parte no quiere firmar el divorcio, el matrimonio se mantiene de por vida. Sin embargo, en Chile, si la separación supera los tres años y el cese de convivencia está debidamente registrado, es posible divorciarse sin el consentimiento del cónyuge. "Muchas personas creen que la firma del otro es indispensable y no lo es. Hay mecanismos legales para avanzar en la disolución del matrimonio", explica Natalia Reyes Inostroza Abogada experta en derecho familiar
Otro problema frecuente ocurre cuando, a pesar de que un tribunal dicta el divorcio, este no es inscrito en el Registro Civil. "Imagina que decides casarte de nuevo y, al solicitar el certificado de estado civil, descubres que sigues casado. Esto sucede con más frecuencia de lo que se cree", advierte la especialista Reyes Inostroza.
Las implicancias de no divorciarse pueden ir más allá de lo sentimental. Si una persona fallece sin haberse divorciado, su cónyuge legal mantiene derechos hereditarios, lo que puede generar conflictos con nuevas parejas o hijos. "En casos extremos, personas que llevan años separadas descubren que su ex podría heredar todos sus bienes si no regularizan su estado civil", explica.
Finalmente, si un matrimonio fue celebrado antes de 2004, la disolución es más sencilla, ya que no es obligatorio contar con un acta de cese de convivencia, una transacción o una escritura pública. En estos casos, el cese de convivencia puede acreditarse por cualquier medio de prueba, como un contrato de arriendo u otros antecedentes que demuestren la separación de hecho. En cambio, para matrimonios posteriores, es clave contar con una escritura pública o una notificación formal del cese para iniciar el proceso de divorcio.
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Regularizar el estado civil no solo evita problemas legales, sino que también permite cerrar ciclos y avanzar. "El divorcio también es un acto de amor propio. Es la posibilidad de empezar de nuevo sin ataduras del pasado", concluye Natalia Reyes Inostroza Abogada experta en derecho familiar.