• 05 FEB DE 2025

Descubre las mejores prácticas y consejos fundamentales para proteger la piel de los daños solares y prevenir el cáncer de piel

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La protección adecuada y constante es fundamental: desde el uso correcto del protector solar hasta la elección de ropa apropiada, cada medida cuenta para mantener una piel saludable.

Las tardes en la playa, los paseos al aire libre o las actividades deportivas pueden transformarse en un riesgo para la salud sin los cuidados adecuados. Los especialistas en oncología y dermatología advierten que el daño solar acumulado aumenta las probabilidades de desarrollar cáncer de piel y acelera el envejecimiento cutáneo.

Por eso, adoptar medidas preventivas resulta crucial para mantener una piel saludable a largo plazo.

Oncología: Medidas para proteger la piel

Protector solar

El uso de protector solar resulta esencial como barrera defensiva frente a la radiación UV. Al momento de elegir un producto, conviene optar por un factor de protección solar (FPS) mínimo de 30, asegurando que brinde cobertura tanto UVA como UVB. La cantidad correcta marca la diferencia:


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  • Para rostro y cuello: 1 cucharada
  • Para el cuerpo: 30 ml aproximadamente

El protector debe reaplicarse cada dos horas, así como después de nadar o sudar intensamente.

La elección del protector solar ideal varía según el tipo de piel. Las personas con tendencia grasa se benefician más de fórmulas oil-free o en gel, mientras que las pieles secas requieren texturas cremosas con ingredientes hidratantes. Para deportes y actividades acuáticas, existen versiones resistentes al agua, aunque igualmente necesitan reaplicación constante.

Vestimenta adecuada

La vestimenta constituye otro elemento clave en la protección solar. Por ejemplo:

  • Los tejidos densos y tonos oscuros ofrecen mayor resguardo contra los rayos UV.
  • Los sombreros de ala ancha destacan por su efectividad al proteger simultáneamente rostro, cuello y orejas, zonas particularmente vulnerables que suelen descuidarse.
  • El mercado actual ofrece prendas especiales con factor UV incorporado, perfectas para largas jornadas al aire libre.

El cuidado de los ojos merece especial atención mediante el uso de lentes de sol con filtro UV. La protección debe alcanzar el 99-100% contra la radiación ultravioleta para resguardar tanto los ojos como la delicada piel que los rodea. Los modelos grandes o envolventes resultan más efectivos al impedir el ingreso de rayos por los costados.

Horarios peligrosos

El horario de exposición solar también influye significativamente en el riesgo de daño cutáneo. Entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, los rayos UV alcanzan su máxima intensidad. Durante estas horas críticas, resulta aconsejable buscar espacios sombreados.

Las sombrillas y árboles brindan refugio necesario para actividades al aire libre. Cabe recordar que superficies como agua, arena o nieve multiplican la exposición al reflejar los rayos UV.

Hidratación constante

La hidratación es otro factor que cumple un papel vital en el cuidado de la piel. Un consumo adecuado de agua contribuye a mantener la elasticidad y salud cutánea.

Tras la exposición solar, las cremas hidratantes ayudan a restaurar el equilibrio dérmico. Los productos enriquecidos con aloe vera o vitamina E aportan propiedades calmantes y reparadoras adicionales.

Autoexámenes 

El autoexamen periódico ayuda a detectar cambios sospechosos tempranamente. Los dermatólogos recomiendan revisar lunares y manchas mensualmente, prestando atención a variaciones en tamaño, color o forma. Las personas de piel clara o con antecedentes familiares de melanoma deberían programar revisiones profesionales al menos una vez al año.

Cuida tu piel: Cuida tu futuro

Los días nublados o el trabajo junto a una ventana no son excusa para descuidar la protección solar. Los rayos UV no discriminan entre estaciones ni condiciones climáticas, y el daño solar acumulado puede tener consecuencias a largo plazo, incluso en términos de oncología. Un verano sin quemaduras no significa ausencia de daño: la clave está en la constancia y en convertir estos hábitos protectores en una rutina tan natural como lavarse los dientes.