"Espero encontrarlo...": Julio César Rodríguez insiste en cara a cara con Mauricio Israel tras polémica por hijo
El conductor de Primer Plano fue acusado por el comentarista deportivo de persecución.
Un tenso momento se vivió la noche de este domingo en "Primer Plano", luego que el programa llevara hasta el estudio a Alexander, el denominado "hijo oculto" del comentarista deportivo Mauricio Israel.
Como suele ocurrir en cada capítulo, y para dar el derecho a réplica, un equipo del espacio llegó hasta la casa del conductor de "Círculo Central", quien decidió bajar a entregar supuestamente su versión.
Apenas apareció en pantalla, el comentarista deportivo disparó. "Bajé especialmente para hablar contigo Julio César, quiero saber ¿Qué te pasa conmigo? ¿Hasta cuándo me seguirás haciendo daño? Llevas tres programas consecutivos pagándole a familiares míos para que me vengan a destruir".
Tras el encontrón, en "Primer Plano" reiteraron el reportaje que había generado la ira de Israel, donde se contaba la historia de Alexander, joven nacido en 2000 producto de una relación ex marital del comentarista, quien en ese momento aún estaba casado con la periodista Carolina Bretahuer.
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Con el correr de las horas, y luego de confesar en Chilevisión que durante su niñez fue diagnosticado con TEA y que luego ha tenido que seguir una serie de tratamientos sicológicos, en redes sociales se reveló un oscuro pasado del joven, quien en su momento habría sido reconocido como un acosador en redes sociales.
Obsesionado con joven tuitera
Bajo el nombre de Keroppi, por ejemplo redactó una carta abierta a una tuitera que lo tenía completamente enamorado.
"A los 18 le envié un ramo de flores rojas con un mensaje de amor a la tuitera con la que estaba obsesionado, porque posteó su dirección accidentalmente en Twitter. Ella se asustó tanto que le escribí para explicarle que había sido yo y no quiso contestarme. Dos años después, sin embargo, decidió funarme", escribió.
En el mismo escrito se agrega que "yo, que seguía obsesionado, intenté matarme asfixiándome, pero fallé. Estuve en terapia y, después de intentar apagar mi obsesión romántica, me recomendaron ‘transferir’ mis sentimientos a otra persona, y lo hice. Desde los 20 a los 25 seguí obsesionado con ella, yéndome todas las noches a dormir pensando en ella, pidiéndole a Dios todos los días una forma de llegar a ella, teniendo una foto de ella en un relicario con forma de corazón y abrazando una almohada imaginando que es ella".
