"Una situación peligrosa": ¿Latife Soto advirtió el temblor de hoy en la zona central?
La médium llamó la atención en redes sociales, luego de que un vaticinio de hace algunos meses coincidiera con el reciente movimiento telúrico.
Pasadas las 20:30 horas de este martes 14 de octubre, el rugido de miles de gargantas en el Parque Estadio Nacional anunció lo inevitable: Guns N’ Roses estaba de vuelta en Santiago.
Con un repertorio que rozó las tres horas, la banda estadounidense ofreció una jornada intensa, vibrante y plagada de himnos que traspasaron generaciones.
Desde los primeros acordes, quedó claro que el público, una mezcla de jóvenes curiosos y fanáticos que los siguen desde los 80, no estaba ahí solo por nostalgia. Lo que se vivió fue una celebración del rock and roll, con un sonido poderoso y una energía que pocas bandas de estadio logran mantener a lo largo de tantos años.
Axl Rose y su notable mejora vocal
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Axl Rose sorprendió: su voz, mucho más firme que en giras anteriores, se adaptó con elegancia a los temas más exigentes. Entre sonrisas y gestos cómplices, el frontman interactuó con los fanáticos, agradeció el cariño y demostró que el fuego aún está encendido.
A su lado, Slash brilló con su guitarra inconfundible, regalando solos memorables y una presencia escénica que se roba cada mirada. Duff McKagan, sobrio y sólido, aportó la base que sostiene a la bestia, con su bajo poderoso.
Setlist de lujo... pero con una gran ausencia
El setlist de Guns N' Roses fue un repaso por lo mejor de su carrera: "Welcome to the Jungle", "Sweet Child O’ Mine", "November Rain" y "Paradise City" desataron la euforia colectiva.
También hubo espacio para algunos covers que sorprendieron y conectaron con el espíritu del público. Y es que sonó ''Sabbath Bloody Sabbath'', tema icónico de Black Sabbath que homenajeó al fallecido Ozzy Osbourne; y ''New Rose'', himno punk de The Damned.
Sin embargo, la gran ausente fue "Patience", tema esperado por muchos que no llegó a sonar, dejando un pequeño gusto a pendiente.
Aun así, no hubo espacio para la decepción. La jornada transcurrió sin incidentes, con un ambiente festivo y familiar, demostrando que el rock sigue convocando con la misma fuerza de siempre.
A eso de la medianoche, mientras el público abandonaba el recinto con sonrisas y la garganta gastada, una sensación quedaba flotando en el aire: Guns N’ Roses sigue siendo una experiencia que no envejece, solo se afila con el tiempo.
