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En las últimas semanas, diversos actos a favor de la campaña presidencial de Jeannette Jara, han llamado la atención por el inesperado uso de la figura de Raffaella Carrà, lo que ha generado curiosidad por el vínculo entre la artista italiana y el comunismo.
La aparición de pancartas y afiches con el rostro de la emblemática artista italiana, acompañados de lemas como ''Siempre voto comunista'' y ''Raffaella Carrà es una de nosotros'', ha causado sorpresa, incluso, en Europa.
Según reportan medios italianos, esta estrategia gráfica fue ideada por la papelería santiaguina La Libre Arte & Diseño, con el objetivo de resaltar que ''ser comunista no es pecado'' y que Raffaella Carrà nunca se avergonzó de su inclinación política.
¿Fue Raffaella Carrà adherente del comunismo?
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Raffaella Carrà, fallecida en 2021, fue mucho más que una diva del pop europeo. En Italia y en varios países de habla hispana, se consolidó como un ícono de libertad, empoderamiento femenino y disidencias sexuales.
Su defensa de los derechos de las mujeres, su apertura frente a la diversidad sexual y su permanente cercanía con el pueblo llano la convirtieron en una figura querida por sectores progresistas. En España, por ejemplo, fue símbolo de la apertura cultural tras la dictadura de Francisco Franco.
Si bien Raffaella Carrà nunca se afilió al Partido Comunista italiano, si reconoció que votaba por dicha opción política, tal cual reza el lema que se usó en actos de Jeannette Jara. No es casualidad que en Italia haya sido homenajeada tanto por sectores feministas como por partidos de izquierda, y que su música haya sido adoptada en marchas, celebraciones del orgullo LGBTQ+ e incluso actos políticos.
En ese contexto, el uso de su imagen en la campaña de Jeannette Jara se alinea con una estrategia cultural que busca conectar con un electorado joven, popular y progresista, usando símbolos que apelan tanto a la nostalgia como a la alegría colectiva.
¿Cuál es la conexión de Raffaella Carrà con Chile?
La conexión entre Raffaella Carrà y Chile se remonta a su memorable presentación en el Festival de Viña del Mar en 1982, cuando el país se encontraba bajo la dictadura de Augusto Pinochet.
Su actuación, descrita como ''explosiva'' y ''sin reservas'', se convirtió en un símbolo de la libertad de expresión en un contexto de represión.
Según La Vanguardia, ''la expresividad de Raffaella Carrà contrastaba con un país sometido a una dictadura'', lo que la convirtió en un ícono de la resistencia y la liberación.
Su legado como artista y defensora de los derechos LGBTQ+ la han posicionado como una figura progresista y admirada en el mundo de la izquierda chilena.
