• 25 ABR DE 2024

La desconocida faceta del cirujano plástico Héctor Valdés

hector_valdes72.jpg | El cirujano plástico Héctor Valdés es fanático del arte. Foto:Juan Pablo Carmona Y.

El médico se convirtió en un referente de las esculturas. Cuenta que su primer trabajo lo donó a la Teletón y lo remataron en 1.500 dólares. Viaja constantemente a España a perfeccionarse.

 

Cuando se habla del doctor Valdés, se habla de un personaje influyente en el mundo de la medicina. Es que Héctor Valdés, el mismo Valdés que estudiaba la básica y media en un colegio de Antofagasta, entre el sol, las mineras y el aire marino, se convirtió hace varios años ya en un referente de la cirugía estética. Es que lo ve tan fácil al cuerpo como si fuera una escultura.

Tiene una consulta en pleno hotel Marriott. Ahí nos recibe. Llega apurado luego de una operación y busca un lugar adecuado, alhajado para atendernos (dice que las oficinas no le gustan, sólo para las consultas médicas). Nos ofrece un espacio lleno de esculturas, sillones de cuero, un par de cafés y una decenas de libros de su autoría. Y se sienta, nos mira, se peina y comienza con la primera pregunta. Y explica por qué el de su especialización y su éxito. “Es muy importante de lo que la gente quiere de su cuerpo. Y debe sentirlo, vivirlo y estar a disposición para experimentar un cambio’’, señala. 

 


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El doctor Héctor Valdés es un enamorado del arte  foto:Juan Pablo Carmona Y.

 

 

Y claro, la explicación coincide mucho con un letrero situado en la recepción de la clínica, donde reza la frase “Un exterior saludable se inicia desde el interior’’. Elegancia, colores claros, como pasteles, obras de fierro, libros de arte. En fin, como si fuera un museo. Así es el lugar. Arte mismo.
Es que la conocida faceta de Valdés en el mundo del arte lo conocen pocos. Los que saben, los “capos’’, los de las curatorías, de los fierros, los estudiosos, de esos que les quedan las manos con óleo. Que huelen buen gusto.

 

 

 

Y ahí es donde el médico de las abdominoplastías o implantes mamarios, vibra y se luce. Y desde pequeño, mirando la Portada de Antofagasta pensó en su primer trabajo con las manos. Estaba en tercero o cuarto básico. “Era la clase de Artes Manuales, y la profesora pidió hacer un trabajo con un objeto. Me acuerdo que agarré un palo e hice la primera escultura de mi vida’’, afirma Valdés.

 

Quiso ser arquitecto


Después los años lo llevaría a esculpir cuerpos humanos, pese a que en algún momento antes de la Medicina, la Arquitectura fue su prioridad. La salud de las personas fue más fuerte. Sin embargo, el arte, la escultura, corre por su sangre las 24 horas del día. Posee una glamorosa galería de artes a metros de su consulta. Se llama Chilarte y se sitúa en el Distrito de Lujo del Parque Arauco

 

La galería de Héctor Valdés en el Parque Arauco  foto:Juan Pablo Carmona Y.

 

 

“Hay obras mías y de destacados artistas’’, afirma el médico escultor, que al mismo tiempo sabe que mientras esculpe una pieza de fierro o de otro elemento, igual piensa en sus pacientes. “Es que es el día a día enfrentarse con la muerte. Muchos médicos dejan el corazón en la casa, pues hay pacientes que han enfrentado difíciles momentos y uno se compromete, a veces más allá, de lo clínico. Porque es una pasión’’.

Y fue en Brasil, en la Sociedad Brasilera de Cirugía Plástica en Río de Janeiro, entre 1983 y 1986, donde vio en cinco quirófanos distintos cómo dibujaban a los pacientes y después cómo estos últimos quedaban después de la intervención. Ahí estaba la mezcla perfecta, el arte, la escultura, la medicina y una persona con un drástico cambio en su vida. Lógico, para bien.

Y sigue con la conversación. Mientras se arregla una fina camisa con las pequeñas iniciales H.V. en el pecho de la prenda, entramos en la tierra derecha de este diálogo. Valdés -cuenta- no pudo, ya hace varios años, aguantar el amor al arte y se fue a España, a Madrid, a estudiar escultura

Fueron 24 meses. De ahí en adelante viaja constantemente a exponer, a perfeccionarse y también a escuchar cómo algunos extranjeros se le acercan para pedirles que los opere. “De verdad, que ha llegado gente por oído y saben que estoy por el tema de la escultura y me piden cirugías. Muchos han venido a Chile a operarse conmigo después de este tipo de conversaciones’’.

 

El altruismo


En su amor por el arte, y en uno de sus innumerables viajes, Héctor Valdés desembarcó en Miami. Fue en diciembre pasado y coincidía por esos días con la Teletón. Llegó a un evento de chilenos, y en medio de la muchedumbre, el cocktail y las luces, le piden al mismísimo Iván Zamorano que hiciera una donación, pues había que cooperar con algo en la cruzada solidaria de Don Francisco. 

El ex seleccionado nacional donó una camiseta. Y le llegó el turno al doctor Valdés. “Me preguntaron qué iba a donar, y yo dije ‘una escultura’, que es de una serie que estoy haciendo. Pero la tenía en mi poder y mandé a pedir una foto. Me la mandaron y con esa foto logré rematar mi primera obra de arte. Fueron 1.500 dólares. Muy emocionante para mí. Además, era para la Teletón’’, afirma el médico, señalando que ya prepara la continuación de esa serie de esculturas para su próxima exposición.

Se tiene fe. “Cuando estudié en Brasil dije en 5 años voy a ser uno de los mejores cirujanos plásticos del país’’. Y no duda que en el arte tampoco, y menos en la escultura que es su don. “Tengo la seguridad que en la escultura también voy a ser reconocido. Porque si hago algo, lo hago de manera intensa’’.

Alejandro Villegas

Editor general, veranista empedernido e historiador del jet set nacional.
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