Eran las 20:10 PM, volví al camarín a prepararme y la banda Prófugos sonaba en el escenario del Movistar Arena. Yo que vi a Soda Stereo en todas sus formas, no conocía esta. Era como si estuvieran allí a un par de pasos, superando la decepción del “Gracias por nada” y devolviéndole al público el poder, haciendo estallar la burbuja en el tiempo; ya no importaba la canción, era imposible impedir que el color de la voz te atraviese.
Yo, que compartí con Gustavo Cerati, lo mismo que comparto hoy con Felipe Reyes, sentí la conexión. Sabía que estaba entre el público dando “Gracias totales” por el respeto de Prófugos que enciende su recuerdo.
El público cada vez que los ve, recupera el tiempo sin Gustavo o el brillo de las épocas de Soda Stereo, hoy opaco. Almas gemelas las de Gustavo y Felipe en el Movistar Arena.
El líder de Prófugos, sin simular ni forzar una nota, fluye como lo hacía Cerati.
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Lo miraba desde el público, como tantas veces lo hice con Gustavo y sé que estuvo allí hasta el final del show, impaciente por una noche más.
La gente disfrutando y creyendo me desbordó y me hizo entender qué está pasando: ellos sintieron a Soda, pero escucharon a Prófugos. Y fue lo que se vivieron este sábado pasado en el Movistar Arena. @Hoy y con el derecho que el tiempo y la proximidad me dan, digo: “Prófugos nos es un tributo, no es un homenaje y no es ayer. La banda Prófugos es lo que pasó después de Soda, es lo más cercano a una realidad que ya no existe y sólo ellos nos pueden devolver, porque lo más importante de las ilusiones... es que existen”
