Actualmente, en las redes sociales está continuamente el debate entre colegios que han optado por prohibir el uso de los smartphones en las aulas versus aquellos que sienten que la prohibición no es la solución.
Si bien, algunos y algunas personas que investigamos la temática, estamos en la segunda postura, lo cierto es que mientras los adultos no contemos con una adecuada alfabetización digital (Lanskshear y Knobel, 2008), pareciera que es mejor "dejar fuera" los smartphones del aula.
Este año, de forma reciente, apareció la robusta investigación de Abrahamsson (2024), la cual en Noruega dio a conocer que este tipo de medidas en establecimientos educativos de dicho país, favoreció distintos aspectos vinculados a los procesos de enseñanza-aprendizaje, tales como incrementos en el rendimiento académico, disminución de enfermedades de salud mental y aún más, el acoso escolar, tema tan complejo que se ha incrementado en estos últimos tiempos, sobre todo en lo que respecta al ciberacoso.
Un aspecto interesante de esta investigación, que la invito a leer a quien le interese profundizar este tema, es que estos resultados son aún mayores en sectores socioeconómicos más disminuidos, en Noruega... Entonces, ¿qué queda para los países del "tercer mundo" como Chile?
Insisto, en que para muchos y muchas esta no debiera ser la solución final a esta complejidad, ya que vivimos en un mundo multimedial y la restricción o negación de este no puede ser la solución final.
Sí parece ser una respuesta intermedia, que debiese acompañarse de políticas públicas reales que impulsen la alfabetización digital en todos y todas los adultos que somos parte del proceso educativo de nuestros niños, niñas y adolescentes, vale decir, madres, padres y cuidadores principales y docentes... esto es urgente y la verdad es que da mucha tristeza constatar que precisamente son las familias con menos recursos y educación, las que más usan "el chupete digital" para calmar a sus hijos/as o niño/a a cargo, o le facilitan un teléfono con internet a edades tempranas.
La alfabetización digital, dicho sencillamente, que consiste en conocer y dominar aplicaciones y conceptos que se producen, reciben, distribuyen o intercambian a través de internet, para aprehender el mundo que viven nuestros niño/as y adolescentes digitalmente, acompañarlos, mostrarles y fomentar lecturas críticas de esta realidad (Bulus, et al., 2022), debiese ser hoy una política pública rotunda.
Pero si ni siquiera leemos libros los adultos y menos aún controlamos nuestro propio uso de redes sociales, solo queda augurar un triste futuro de generaciones más individualistas, que nos oculten su mundo virtual a los adultos y que no generen empatía, entre otras cosas.
Los y las invito a ser comunidades adultas que aporten y actúen desde esta real preocupación, pensando que, aunque hoy no tengamos políticas públicas que nos acompañen, en nuestro microsistema, sí podemos ser agentes de cambio, que acompañen a sus hijos e hijas en el mundo presencial y online.
¡Por una infancia y adolescencia más saludable!