La show-woman conversó íntimamente con Martín Cárcamo donde reveló su difícil camino para llegar a la televisión.
Esta noche de domingo, en un nuevo capítulo de “De tú a tú”, Martín Cárcamo se reunió en la playa El Encanto de Reñaca con la showoman, Marlen Olivari.
Tras conversar sobre su vida actual en la V Región, la ex “chica Morandé” llevó al conductor a conocer su casa a orillas de la playa, a la que se mudó a fines de 2019 tras 30 años viviendo en Santiago. “Tengo mucha más red de apoyo para que me cuiden a mi hijo cuando trabajo acá que en Santiago. Además cuido harto a mis papás, viven en una playa un poco más allá”, explicó Marlen sobre las razones de la mudanza.
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En su departamento, que data de los años 40 y cuenta con un ascensor que es como un funicular, Marlen vive con su pareja Luciano Marrocchino, 20 años mayor que ella, con Lorenzo, sus gatos Pepa y George y con su perro Everton.
Iniciando la conversación en su terraza, Marlen Andrea Olivari Mayer, de familia ítalo-alemana, contó que nació en Viña en 1974, y que fue un parto muy complicado.
“Nací por cesárea, tuve sufrimiento fetal y asfixia porque venía con el cordón umbilical enrollado”, dijo, y reveló que de esa momentánea falta de oxígeno debe una serie de tics nerviosos que posee, como parpadeo de ojos y mover compulsivamente el cuello.
“Muchos años de mi carrera me molestaron por mis tics. Yo los he ido manejando a lo largo de mi vida y tengo cada vez menos. Empezaron en la época escolar, pero me di cuenta cuando entré a la TV que era un tema. Los tics aparecen cuando hay tensión, y cuando entré a la TV había mucha tensión”, explicó.
Aunque ya en esa época Marlen destacaba entre sus amigas, ella aclara que nunca se consideró bonita. “Yo no era bonita. Era flaca no más, y crespa”, dijo. Sus padres eran muy estrictos con ella, la menor de tres hermanos, y no la dejaban hacer nada de lo que los adolescentes hacen normalmente. Más aún considerando que su hermana mayor, Patricia, trabajaba como modelo y conoció desde temprano los riesgos que se corren siendo bonita.
Sus dotes artísticas se manifestaron desde temprano también, pues Marlen fue parte del grupo de teatro de su colegio. Así, a la hora de egresar, ella tenía claro que quería estudiar arte dramático, pero no tenía idea de dónde se podía estudiar eso. Entonces decidió acudir a pedirle consejo a alguien a quien no conocía.
“Yo admiraba mucho a Tomás Vidiella, para mí era el número 1 de Chile. Vi en el diario que tenía función de teatro desde las 7 y media a las 9 y media, entonces tomé un bus de Viña en bus a Santiago. Me había pegado el pique sólo para que me dijera en qué escuela estudiar. Llegué, esperé a que terminara la obra sentadita en la vereda”, confesó. Cuando al fin lo abordó, el legendario actor estaba conversando con alguien, y ella le preguntó dónde es la mejor escuela para estudiar Teatro en Santiago. “Me dijo: ‘Fernando González y no se hable más’. ‘¿Y dónde queda?’, le pregunté. ‘¡Averígüelo pues!’, me dijo”, relató Olivari sobre su encuentro con Vidiella.
Finalmente se inscribió en dicha escuela de teatro, pero sin mudarse a Santiago. “Empecé a viajar en bus todos los días para llegar a la escuela. Tomaba el bus a las 6 am, llegaba al Metro Usach a las 8 y entraba a clase a las 9 y media. Estaba todo el día en clases, salía a las 8, y a las 10 se iba el último bus”, contó.
Tras egresar, ejerció la actuación en películas como “Valparaíso” (1994), pero pronto el modelaje empezó a darle más réditos, con participaciones en programas como “Venga conmigo” y “Sábado gigante”. “Me empezaron a llamar para muchos comerciales de televisión, pero sobre todo para Centroamérica, porque yo era morena y a la morena en Chile no la pescaban para un comercial de televisión. La morena en Chile era la negrita, en Chile las protagonistas de todos los comerciales eran rubias de ojos azules y nariz respingada ojalá, piel blanca”, declaró Olivari.
[caption id="attachment_32432" align="aligncenter" width="1200"] Marlen Olivari junto a Martín Cárcamo[/caption]
Junto a eso, Marlen decidió participar en la edición 1995 de Miss Hawaiian Tropic, lo que fue finalmente su gran trampolín. “Con el éxito que yo tuve en la tele siento que reivindiqué a la mujer morena. Acuérdate que antes la gran mayoría de las mujeres que tenían ojos cafés se ponían ojos de color falsos para parecer un poquito más anglosajonas, porque en Chile era top la de ojos verdes. Por eso quizás las mujeres me empezaron a tomar tanto cariño, porque se sintieron identificadas conmigo”, opinó la showoman.
Para Olivari, entonces de 21 años, obtener el primer lugar del concurso -por sobre Kenita Larraín, que compitió ese mismo año- fue un gran logro: “Me emociona, porque yo siempre fui la negrita de la casa, la crespita, y mi hermana siempre fue la rubia. Mucha gente critica los concursos de belleza, pero yo siempre los he apoyado porque para mí fue un gran trampolín que me abrió muchas puertas y me reforzó la autoestima”.
Para Marlen, este triunfo significó no tener que seguir dependiendo económicamente de nadie. “Yo desde chica siempre me propuse ser independiente económicamente, no tener que nunca pedirle permiso al marido para comprar una crema (...) Le pasa a muchas mujeres, que por dedicarse a los hijos de manera tan noble y maravillosa, cosa que yo valoro muchísimo, es humillante tener que pedirle plata al marido para comprarse toallas higiénicas, cremas, ropa interior, calcetines, es una lata. Yo encuentro que es fundamental que la mujer tenga trabajo y tenga su platita guardada porque eso te permite tomar decisiones en tu vida, y si un hombre te agrede, poder agarrar a tus cabros y tener aunque sea para arrendar una pieza si te tienes que salir arrancando con tus críos. Vemos mucha violencia y mucha humillación de parte de los hombres cuando las mujeres dependen de ellos”, opinó la también ex candidata a la alcaldía de Viña del Mar.
Entonces empezó la vorágine de Marlen Olivari como la sex symbol del país, en una etapa donde la joven de 28 años no descansó. “Yo estaba solamente viajando a regiones y me subía a escenarios, no podía celebrar ni el día del papá ni de la mamá, ni siquiera mis cumpleaños. No tenía tiempo, sólo cumplía con mi trabajo y tenía muchos eventos. Le di mucha prioridad a esta bola laboral que era súper importante para mí y quería aprovecharla al máximo. Yo llegué a ser una de las mujeres más creíbles de la televisión, los auspiciadores querían que yo hiciera las menciones en ‘Morandé’, muchos comerciales y me iba súper bien”, recordó.
A eso le siguió una etapa en que tanta exposición le pasó la cuenta, una caída en la que los mismos medios que la levantaron fueron protagonistas. “Empezó esta carnicería que empezó a hacer la prensa con distintos rostros de la televisión, que cuando están muy arriba querían bajarlos un poco”, explicó Marlen.
Además, todo coincidió con su mediático matrimonio y posterior divorcio con su manager, Roberto Dueñas. “Fue algo que me afectó un montón. No me arrepiento de nada, pero creo que fui muy confiada también. Tuve muchas desilusiones de personas en las que yo confiaba muchísimo, cosas súper feas que no quisiera recordar. Creo que no estaba bien asesorada”, confesó Marlen.
“Creo que el peor mal que puede pasarle a una persona es estar rodeada de mala gente. Yo me di cuenta de que el entorno era súper oscuro. Muchas personas iban a la TV a hablar de mí por plata pero habían estado dos días antes en mi casa conversando conmigo como grandes amigos. Eso lo encontraba tan asqueroso, tan bajo y tan impensado, que me hizo mucho mal. Yo creo que uno se refugia en cosas que no son buenas, pero lo lindo es salir adelante y poder sobrepasar todos esos momentos”, recordó.
Tras el divorcio, Marlen Olivari llegó a su momento más bajo, y su familia fue la encargada de salvarla. “Mi familia me lo decía, que yo no era así, qué me estaba pasando, por qué lloraba todo el día, y se estaban dando cuenta también de que el entorno estaba mal. Un día llegó mi mamá a mi casa y yo la recibí en pijama. Yo recién me había divorciado y estuve varios días en pijama. Entonces mi mamá me retó: ‘¿Qué haces acostada? ¿Te vas a pasar la vida llorando acostada? Te quiero decir una cosa: yo no tuve hijas débiles, así que te levantas, te lavas la cara y vuelves a sonreír’. Creo que ha sido la frase más importante de mi vida”, confesó.
Fue así como conoció a Luciano Marocchino, quien entonces se integró a la conversación con Martín y recordó que se vieron por primera vez con la showoman en Punta del Este, Uruguay, donde él estaba de jurado de un concurso de belleza y ella de animadora de eventos de un hotel. “La vi. No se podía no ver. Entonces ella me enganchó a mí, me abordó”, contó el italiano.
Marlen Olivari, por su cuenta, recordó que lo primero que hizo al verlo fue decirle una broma. “Le dije ‘¿Tú eres el Marocchino? Sin ropa no te reconocí’. Es que el paparazzeo en Miami había sido hace poco, y yo lo había visto en una revista”, explicó, en torno al recordado incidente donde el empresario fue fotografiado tomando sol desnudo junto a Cecilia Bolocco.
Coincidentemente, contó Marlen, los papás de la ex Miss Universo viven en el departamento ubicado justo arriba del de ellos. “Son nuestros vecinos. Son súper amorosos con ella, a mí no me saludan”, bromeó Luciano. “El mundo es súper chico, y yo compré aquí sin saber”, explicó la modelo.
El chiste de Marlen Olivari tuvo éxito, pues Luciano se intrigó de inmediato con esta chilena tan lanzada. “A mí me impactó su simpatía, su alegría. Además, una mujer que te hace tallas y toma la iniciativa, es algo raro. No es cualquier mujer. Empezamos a jugar por el sentido del humor”, explicó.
Pese a que él es 20 años mayor que ella, para ambos la edad nunca ha sido un tema. “A mí nunca me han preocupado estas cosas, no tiene ninguna importancia. Jamás en la vida le he preguntado la edad a alguien, es lo que menos me importa”, detalló Marlen.
Por otro lado, Luciano, además de haber tenido una publicitada relación con la cantante Romina Power en los 90, es padre de tres hijos, Andrea, Luna y Lorenzo, con tres mujeres distintas. “En los veranos los junto a todos, los tres hijos y las tres mamás, y yo me voy”, bromeó Luciano, a lo que Marlen explicó que ella se lleva muy bien con las ex de su pareja. “Yo he sido súper buena onda con todos. A mí lo que me gusta es vivir en armonía, que todos riamos y estemos felices”, dijo.
La maternidad llegó a la vida de Marlen Olivari en 2011 tras tres años de relación con Luciano. Al respecto, el empresario destaca que la pandemia le permitió ser un mucho mejor padre para este tercer hijo que para los anteriores. “Mi vida es de mucho viaje. Yo en la pandemia por primera vez pude disfrutar mucho un hijo, Lorenzo, estando encerrado acá. En cambio antes con Andrea y Luna no estuve muy presente. Pasé mucho tiempo, meses y meses sin salir, y compartimos, caminamos por la playa, conversamos”, señaló.
Sin embargo, casarse no es una posibilidad para la pareja. “Para mí el matrimonio apaga la relación. Es mi idea, a lo mejor estoy equivocado. Une mucho más un hijo que un matrimonio”, indicó Luciano, con lo que Marlen coincidió.
“No lo veo como algo tan necesario. No creo que sea fundamental para seguir viviendo juntos. La decisión más importante es cuando uno tiene un hijo más que casarse o no casarse. Capaz que ahora cuando se casan Andrea con la Pancha vamos detrás nosotros”, bromeó la modelo, en referencia al hijo mayor de Luciano, Andrea, que prepara su matrimonio con la actriz nacional Francisca Merino.
“Ellos tienen una muy linda relación. Mi hijo es un buen compañero y además me consta que ella le da mucho equilibrio”, opinó Luciano consultado sobre su futura nuera.
