Fue hace poco más e 18 años, cuando Marcelo Bielsa, convencido por el hoy candidato a la presidencia, Harold Mayne-Nicholls, llegó a Chile para tomar las riendas de la selección chilena, asumiendo el desafío de llevar a la Roja al Mundial de Sudáfrica 2010.
El "Loco" ya era uno de los entrenadores más respetados del mundo, y su sabiduría la comenzó a plasmar poco a poco en nuestro fútbol, no solo llevando a nuestro país a una nueva cita planetaria, sino que marcando un antes y un después para quienes trabajaron a su lado.
Fue en 2011 cuando a Bielsa le tocó partir en medio de la polémica, y ante la tristeza de miles de hinchas que de manera inmediata fueron bautizados como "las viudas".
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El polifuncional jugador ha generado interés en variados clubes.
Luego los éxitos deportivos vendrían de la mano de Jorge Sampaoli y la Generación Dorada, pero siempre la figura del "Loco" será recordada por muchos, como el que sembró una mentalidad ganadora que llevó a la Roja a la cima de América y un nuevo Mundial en 2014.
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Hoy, la selección chilena vive uno de sus peores momentos, y paradojalmente, será Bielsa el último invitado a un eterno velorio que nos tiene hace rato fuera de la Copa del Mundo de 2026, cuando eran al menos siete los cupos disponibles.
Claro, este martes la selección uruguaya del rosarino, cerrará por cumplir su exitoso camino a Estados Unidos, México y Canadá, y lo hará nada menos que en el Estadio Nacional.
Lo esperan con cariño
Un coliseo Ñuñoíno que espera la llegada de cerca de 30 mil personas, quienes seguramente, le darán una gran ovación a Bielsa, considerando que por ejemplo la tarde de este lunes, hasta el hotel de concentración charrúa, llegó un puñado de fanáticos para desplegar una enorme bandera donde se podía leer "Gracias Marcelo, Chile no te olvida".
Además, según revelaron periodistas uruguayos, un colega intentó entregar al rosarino un paquete de sus galletas favoritas en su estadía en Chile, las emblemáticas "Criollitas".
Pese al cariño de la gente, el "Loco" fiel a su estilo, pasó en silencio rumbo a su habitación y ni si quiera miró a quienes lo homenajeban.