A pesar del implacable calor que azotó Santiago y la enorme tensión de disputar el campeonato, los jóvenes futbolistas de 7 a 18 años demostraron con creces por qué se ganaron su lugar en esta instancia, dejando todo en la cancha.
Los momentos más conmovedores llegaron cuando, a pesar de la rivalidad en el campo, el espíritu de compañerismo brilló con fuerza.
El tradicional pasillo de honor fue el fiel reflejo de que, más allá de la competencia, la amistad y el respeto priman sobre todo.
Un gesto de nobleza que mostró que en la Liga Promoción no hay perdedores, solo ganadores en espíritu. El día culminó con una ceremonia de premiación épica: medallas, la ansiada copa y los merecidos reconocimientos al mejor jugador y al mejor arquero de cada partido.
Fue un espectáculo donde el fútbol se vivió con emoción cruda, recordándonos a todos por qué este torneo es considerado el más importante del país en su categoría.
La Liga Promoción demostró, una vez más, que en el fútbol formativo no solo se juega para ganar, sino para aprender, respetar y crecer. Un evento inolvidable, que sin duda será el recuerdo imborrable de todos los involucrados.
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